Alcaraz destrona a Djokovic y ya es el rey del tenis
Carlos Alcaraz se proclamó campeón de Wimbledon después de tumbar a Novak Djokovic en una batalla histórica (1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4)
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El trono de Wimbledon cambia de dueño, después de que su claro dominador de la última década cediera, 2.194 días después, ante un tenista llamado a escribir la historia en el futuro, pero que a sus 20 años deja, por puro talento y determinación, capítulos mágicos en forma de títulos de Grand Slam. Carlos Alcaraz es el campeón de Wimbledon 2023 después de imponerse (1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4), por físico, pegada y mentalidad, a Novak Djokovic en una final con tintes históricos que ejerce de pilar para sostener que el joven español, como reza el ranking y ahora también un título mayúsculo sobre la hierba del All England Club, es ya el rey del tenis.
Djokovic llevaba sin perder un partido en Wimbledon desde 2017, seis años de dominio que llegan a su fin el 16 de julio de 2023, una fecha que pasa directamente a los anales de la historia gracias a una nueva demostración de genio de Carlos Alcaraz, que apuró hasta las cuatro horas y 45 minutos que duró el mejor partido visto en mucho tiempo y en el que Alcaraz acabó tumbando a un jugador que por momentos pareció invencible sobre pistas de césped.
Carlos Alcaraz recordó en esta mágica velada a Rafa Nadal, primero porque se llevó también un severo correctivo en su primera final de Wimbledon –2006 vs Federer– pero, a partir del tercer set, también porque lo que jugaron Alcaraz y Djokovic es perfectamente comparable con el Nadal-Federer de 2008, para muchos el mejor partido de siempre sobre hierba. Así de grande fue lo que hizo Carlos Alcaraz Garfia, confirmando además la comparativa al hacer caer al rey, como hizo Rafa 15 años atrás en la central del All England Club.
El nuevo clásico del tenis mundial hacía acto de presencia por primera vez en una final. Tan solo un mes después de la icónica semifinal de Roland Garros, Novak Djokovic y Carlos Alcaraz volvían a verse las caras con un mismo objetivo, conquistar el título de Wimbledon 2023, que sólo sería para uno de ellos. La memoria de los calambres de Carlitos en París sobrevolaba el ambiente, pero la presión, en esta ocasión, debía estar del lado de Nole. El 24º Grand Slam del serbio y el octavo Wimbledon estaban en juego como elementos históricos, mientras que Alcaraz, agazapado lejos del favoritismo, sólo podía ganar.
Djokovic empieza castigando a Alcaraz
Alcaraz quería ir a por todas pero el comienzo del partido le asestó un golpe que hubiera deprimido a cualquiera. La puesta en escena de Djokovic fue perfecta, en todos los sentidos, mientras que Carlos entró precipitado y cedió, hasta en dos ocasiones, su servicio en favor del número dos del ranking. La experiencia se convertía en determinante nada más empezar, dictando un 4-0 que ya no podría ser levantado por el español, al que sólo le iba a alcanzar para ganar un juego en un set para olvidar que, sin embargo, no valía más por tener un resultado (6-1) tan contundente.
La mente de Alcaraz, puesta a prueba de una manera que seguramente no había previsto. La consideración de elegido que suele caer sobre la figura del murciano debía aparecer, y lo hizo de inmediato, demostrando que el escenario, por magnífico, hipnotizador y relevante que sea, no le queda grande. En toda una final de Wimbledon, Carlos respondía al rey Djokovic adelantándose con un break favorable en el segundo set que cambiaba el prisma del partido. Jugar el revés cortado e intercambiar los ritmos era la fórmula a seguir contra el serbio, Alcaraz lo interiorizó y empezó a llevarlo a cabo.
El tie-break que lo cambió todo
La reacción de Alcaraz era tan necesaria que incluso cediendo el break en el momento que debía consolidar, el cambio se instauró en el marcador. El mero hecho de ver cómo estaba compitiendo y no sólo contemplando la variedad y magia de Djokovic en la defensa y la contra, espoleó a Carlitos, alentado por su familia y equipo, quienes saben que para su pupilo todo es posible.
Batallar con Carlos Alcaraz en lo que a pegada se refiere es algo prácticamente imposible hoy día en el futuro, mientras que con Djokovic, el rey del resto y el contraataque, hacerlo en una lucha táctica tiene la misma respuesta. Ambos se disfrazaron para adaptarse a la contienda, con sus propias armas y tomando prestadas las del rival, algo que sólo favoreció al disfrute del público y a que se mantuviera una igualdad que nos llevó al momento favorito de los amantes de la adrenalina en el tenis: el tie-break.
Alcaraz comenzaría perdiendo los tres primeros puntos pero la desventaja no era ni mucho menos insalvable. Ayudó Djokovic, con un fallo poco habitual en él, devolviendo la igualdad a una contienda que se decidiría en detalles. La historia reciente decía que Nole es invencible en estas lides, pero quién mejor que Carlos, adalid de la ambición y la determinación, para darle la vuelta a la tortilla. Un resto ganador confirmaba el sorpasso. Alcaraz igualaba la final de Wimbledon, que pasaba a estar leída con un 1-6, 7-6.
El vendaval es Alcaraz
Viento en pista, igualdad manifiesta, y el rey de Wimbledon puesto por primera vez en jaque en la final. El encuentro tenía todos los tintes épicos posibles, pero Alcaraz apareció para dar por finalizada la paridad para hacer hueco a su exhibición. Carlos aún tenía en la memoria lo sucedido en el primer set y se puso a atar cabos en busca de la mejor manera de vengarse. El encuentro entraba en la barrera de las dos horas y su físico, si no media la presión, es superior al de Djokovic, magnífico en estas lides pero con 16 años más que su rival en el DNI.
En el cóctel, Alcaraz también añadió la inercia y el chute de moral que le habían dado su victoria en el segundo set y, por supuesta, su capacidad única para conectar golpes dañinos en forma de ganadores. Djokovic pasó del rebufo a la lona, desquiciado por el conato de remontada de su rival y por ver cómo su físico se diluía en un juego de 25 minutos en el que perdería por segunda vez su servicio. Habría una tercera, ni más ni menos que para colocar un 6-1 engañoso –una hora exacta de juego– pero que significaba muchísimo para el español, tanto como para colocarse a un solo set de ganar Wimbledon.
Novak Djokovic está muy vivo
Djokovic parecía muerto, pero un siete veces campeón de Wimbledon nunca lo está. Curtido en mil batallas, algunas de ellas tan relevantes y duras como estas, el serbio se marchó al vestuario entre el tercero y el cuarto, jugando con el límite de tiempo, y regresó como nuevo, fresco mental y hasta físicamente para luchar de tú a tú con un Alcaraz que se rió, irónicamente, con la estrategia de su rival.
Nole necesitaba remover el tablero y lo logró, pasando primero por una igualdad en el tanteo y los peloteos que llevábamos muchos minutos sin ver. Djokovic no tiró el tercero para ganar el cuarto, pero su reacción hizo incluso dudar a los presentes cuando, con 2-2 en el luminoso, daba un golpe al partido al quebrar el saque de Alcaraz. Todos los juegos tenían competencia y el minutaje del encuentro seguía subiendo, al tiempo que Alcaraz intentaba pegar y Djokovic subía un punto también en potencia para acortar algo los rallys. Con las tablas también este aspecto, el botín logrado por Nole desequilibró la balanza, llevando, a través del 6-3 en el cuarto, la final de Wimbledon al definitivo quinto set.
Alcaraz, campeón y rey en Wimbledon
El partido había abandonado los tintes épicos y los adjetivos más impresionantes para pasar directamente al siguiente nivel, al definitivo, al de los mejores partidos del siglo. Alcaraz y Djokovic lo estaban dejando todo sobre la pista, con estilos tan diferentes como dominantes, y los errores se contaban con los dedos de una mano, mientras los aciertos no cabían en la admiración de todo el afortunado respetable que tuvo la oportunidad de disfrutar de esta obra de arte.
Entramos en materia en el quinto set con dos juegos en los que los restadores se impusieron a los sacadores en todo menos en el resultado final. La igualdad era manifiesta y si bien no hubo break en el primer turno, en el segundo, Alcaraz rompía el saque de Djokovic y el serbio, muy frustrado por fuera, hacía lo propio con su raqueta y con uno de los palos de la red. Mala imagen de Nole, que aún en desventaja y algo fallón, no dejaría de luchar para mantenerse al tanto de un fallo de Carlos, quien si no fallaba al saque, se llevaría el título de Wimbledon.
3-2, 4-2, 4-3… y un 5-3 balsámico que Alcaraz colocó en base a una dejada mágica que sigue sorprendiendo a rivales y público pese a que la hemos visto ya en infinidad de ocasiones. Carlos es sutilidad y pegada y sólo así, mezclando dos cualidades totalmente opuestas, pero también diferenciales, pudo sumar el último juego, el 6-4, que le coloca como el quinto español en ganar Wimbledon y como el nuevo rey con tan sólo 20 años. El partido de las estrellas acabó en manos de la que más brilla dentro del tenis mundial. Carlos Alcaraz es el campeón de Wimbledon 2023.